¡Los cristales son grandes aliados! Trabajan mediante resonancia y vibración. Son antiguos sanadores, calmantes o energizantes que curan holísticamente.
La amatista es un cristal transmutador: transforma la energía de baja vibración en positiva. Es relajante, lo cual lo hace un gran aliado para dormir si lo colocamos debajo de la almohada. La amatista abre nuestro chakra corona, por eso nos renueva y también permite que lo nuevo llegue a nosotros. Tiene mucha potencia y, a su vez, transmite una vibración muy suave.
¿Cómo limpiarla?
Podés limpiar tu cristal poniéndolo en remojo en un cuenco o frasco de vidrio.
Agregá un puñado de sal gruesa (en lo posible sal marina o sal rosada del Himalaya) y dejá el preparado por tres días y tres noches. La sal ayuda a que el cristal descargue todo lo que no necesita.
Una vez transcurrido ese tiempo, enjuagá tus piedras con agua.
También podés limpiarlo sahumándolo con mirra, incienso, salvia, lavanda o copal.
Una vez que prendés estas hierbas o resinas de limpieza, pasá tu cristal por arriba del humo diciendo “limpio, puro, cristalino” o algún otro mantra que te resuene más al hacer la limpieza.
Podés ver todo lo necesario para sahumar, en este link.
Para una limpieza express, si no tenés mucho tiempo, podés vaporizarlo con agua florida.
¿Cómo cargarlo?
Se recomienda cargarlos con la luz de la luna llena. Podés dejarlos sobre una maceta o junto a la ventana durante toda la noche.
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¡Los cristales son grandes aliados! Trabajan mediante resonancia y vibración. Son antiguos sanadores, calmantes o energizantes que curan holísticamente.
La amatista es un cristal transmutador: transforma la energía de baja vibración en positiva. Es relajante, lo cual lo hace un gran aliado para dormir si lo colocamos debajo de la almohada. La amatista abre nuestro chakra corona, por eso nos renueva y también permite que lo nuevo llegue a nosotros. Tiene mucha potencia y, a su vez, transmite una vibración muy suave.
¿Cómo limpiarla?
Podés limpiar tu cristal poniéndolo en remojo en un cuenco o frasco de vidrio.
Agregá un puñado de sal gruesa (en lo posible sal marina o sal rosada del Himalaya) y dejá el preparado por tres días y tres noches. La sal ayuda a que el cristal descargue todo lo que no necesita.
Una vez transcurrido ese tiempo, enjuagá tus piedras con agua.
También podés limpiarlo sahumándolo con mirra, incienso, salvia, lavanda o copal.
Una vez que prendés estas hierbas o resinas de limpieza, pasá tu cristal por arriba del humo diciendo “limpio, puro, cristalino” o algún otro mantra que te resuene más al hacer la limpieza.
Podés ver todo lo necesario para sahumar, en este link.
Para una limpieza express, si no tenés mucho tiempo, podés vaporizarlo con agua florida.
¿Cómo cargarlo?
Se recomienda cargarlos con la luz de la luna llena. Podés dejarlos sobre una maceta o junto a la ventana durante toda la noche.